Dignidad y Asignación Universal por Hijo / Escribe: Ricardo Zuppa






Cuando vuelvo la mirada hacia lo mejor de estos años del Proyecto Nacional y Popular, no dejo de asombrarme acerca de una serie de políticas que, además de inclusivas, son modernas. Planteadas desde una perspectiva liviana y fresca, vienen a remediar temas gruesos, pesados, que parecían no tener final a la vista. Estas medidas se pensaron además para que fueran aptas para ser tomadas alegremente por los beneficiarios.



Me refiero a que no se advierte en el perfil social del kirchnerismo la idea de dádiva ni tampoco la de beneficencia, a la que son proclives el liberalismo y las derechas. Estos sectores de la vida política, a cargo muchísimos años de la generación de políticas públicas (desde gobiernos democráticos o militares), dejaban para el final al pueblo, que en realidad debe ser fuente de toda ejecución presupuestaria.

Cuando se tomó la decisión política de crear la Asignación Universal por Hijo (AUH), fueron esos los parámetros fijados: devolver dignidad a los más desprotegidos, equiparar derechos, restituir identidad y pertenencia a un sistema que los había expulsado.

Veníamos de los años 2001 y 2002, cuando estuvimos al borde de la desintegración nacional. Había que terminar con los más de tres millones de planes “trabajar” creados por el duhaldismo y que quizás cumplieron una buena función coyuntural. Pero con la AUH se plantearon nuevas metas y nuevas formas de alcanzarlas.

Que se comience a saldar una deuda histórica con quienes no estaban en el mercado laboral legal, que las cobranzas se hagan por cajero automático, que exista un único padrón centralizado y nacional; de por sí, sólo estos tres tópicos vienen a echar luz acerca de la mejora sustancial en la calidad de las políticas sociales.

Pero hay mucho más para celebrar ya que para poder percibir el 20 % del cobro mensual -cosa que ocurre una vez al año y en un solo pago-, las familias que disfrutan de este beneficio deben demostrar fehacientemente que sus chicos cursan la escuela regularmente.

También es necesario demostrar que madres y padres llevan a sus hijos a los controles periódicos de salud. Así, la estructura del Estado da respuestas a dos de las problemáticas básicas de las que se hace cargo en la Argentina: educación y salud; a la vez, el Gobierno crea la AUH para cerrar un círculo verdaderamente virtuoso.

La apuesta es fuerte, muy fuerte. Porque primero Néstor y luego Cristina, miraron hacia adentro del país profundo e implementaron esta política que nos pone al mismo nivel de los países más desarrollados en equiparación de derechos.
Néstor y Cristina decidieron que la enorme masa de recursos que se destina anualmente a la AUH no fuera un botín a repartir entre un par de centenares de grandes empresarios o políticos inescrupulosos. Estos, en muchos momentos de la historia política argentina, no fueron siquiera capaces de honrar esos empréstitos que supuestamente utilizaban para generar más producción y trabajo.



Mucho esta cambiando en Argentina y para mejorar las condiciones de vida de las mayorías reales. Mucho esta cambiando, como dice la Presidenta, para los cuarenta millones de argentinos. Si bien quedan diversas tareas por hacer, celebramos que la dignidad sea un faro que ilumina cada vez a más argentinos y cuidaremos que este que siga siendo el norte de nuestro país.

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