MENDOZA / Más acerca del calentamiento global / Escribe: Alberto Lucero






Es posible que dentro de algunos siglos ya no exista más hielo rodeando a la Antártica, porque el aumento permanente de la temperatura del agua que la rodea, terminará por derretirlo; algunos científicos piensan que esos gigantescos glaciares ya pasaron el punto de no retorno y que el clima de toda la Tierra también ya pasó su punto crítico; piensan que aún si se detuviera de inmediato el calentamiento mundial que está causando la emisión de gases de efecto invernadero, costaría algunos miles de años retornar al clima imperante en el mundo antes de la revolución industrial.


Y lamentablemente para nosotros, el deshielo es mucho mayor en los glaciares más pequeños, aquellos que están ubicados en las altas montañas de los Andes, de los Alpes y del Himalaya, que son como ríos de hielo en esas regiones con temperaturas bajo cero. Dependiendo de lo rápido que se acumule la nieve recién caída en las cimas, o se derrita abajo, un glaciar aumenta de longitud y espesor, o se reduce; hasta no hace mucho tiempo, la única forma de medir los glaciares, era colocando estacas en el hielo, que se verificaban periódicamente, para ver qué tanto se había movido el glaciar; si había crecido o se había reducido.

Hoy los satélites proporcionan una cobertura mundial y sus imágenes muestran dónde están los glaciares y cómo cambian las áreas cubiertas con el paso de los años y uno de ellos, un satélite de la NASA , el IceSat, hizo mediciones con láser en los glaciares para determinar con precisión su altura y, el año pasado, comparando las medidas satelitales y terrestres, los científicos concluyeron que en promedio, los glaciares en todas las regiones del planeta, se están desvaneciendo, aportando 260.000 millones de toneladas de agua a los océanos cada año.


Mientras tanto, acá, en el extremo sur del planeta, en el oasis norte de nuestra provincia, toda la vida que conocemos, todos los cultivos, todos los habitantes del gran Mendoza, toda su industria, su comercio y todas las demás actividades, dependen del Río Mendoza, un pequeñísimo hilo de agua de aproximadamente 50 m3 por segundo, que nace de la confluencia de los ríos Tupungato y De las Vacas, alimentados por los deshielos de los imponentes cerros Tupungato y Aconcagua, cuando unen sus aguas al río Las Cuevas. Tiene afluentes que le aportan sus aguas cuando las nieves en alta montaña se derriten y son: Río Picheuta, Río Uspallata, Río Blanco, Arroyo Polvaredas, Arroyo Tambillo, Arroyo Ranchito y Arroyo Colorado. El Río Mendoza y todos nuestros pequeños ríos de montaña, dependen de la cantidad de nieve que cae en la cordillera y en años en que la precipitación es menor, los glaciares ayudan a que la sequía no sea tan grave, pero hay glaciares donde el retroceso muy grande e incluso en el Parque Provincial Aconcagua, dos de los cuerpos más importantes registrados en 1900, hoy no existen y la causa de su desaparición es el calentamiento de la zona, producto del cambio climático. La temperatura en la alta cordillera aumentó y eso contribuyó a la reducción de todos los glaciares.


Hablamos del Río Mendoza, pues es el que directamente nos afecta y es el causante de que estemos en emergencia hídrica desde hace varios años, ya que su caudal viene disminuyendo anualmente, pero todos los ríos mendocinos están afectados por el aumento de la temperatura en la alta montaña, que impide la acumulación en los glaciares de la poca nieve que viene cayendo. Este es un pronóstico para nada alentador para nuestros hijos, que quizás tengan que emigrar por falta de agua desde este, nuestro querido suelo mendocino. Y por eso nos preocupa y nos ocupa en forma permanente desde hace años, que algunos funcionarios y algunos empresarios, intenten convencernos que debemos, como ellos dicen, cambiar la matriz productiva y permitir que empresas extranjeras venga a llevarse los minerales que atesora la cordillera, para lo cual, ineludiblemente, necesitarán millones de litros de esa agua que fabrican los glaciares y que es cada vez más escasa.

Resulta increíble, que solo guiados por el lucro, traten de vendernos proyectos de actividades que solo causarán daño al entorno y acelerarán la llegada del ya de por sí apocalíptico futuro. La megaminería está produciendo daños irreversibles en todo el planeta; tratemos por todos los medios de evitar entrar nosotros en la categoría de pueblo damnificado, porque luego será tarde para llorar sobre la leche derramada.

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