ARGENTINA / Proponer un sueño / Escribe: Jorge Cicuttin






Vengo a proponerles un sueño”, dijo 12 años atrás. Acababa de asumir la presidencia de un país hechos añicos, atomizado, en llamas, en el que el anterior presidente electo tuvo que huir en helicóptero de una Casa Rosada rodeada de represión, heridos y muertos.Néstor Kirchner se puso al frente del país ese 25 de Mayo de 2003. Hoy Cristina, estará al frente de los actos patrios por última vez en su gobierno. Entregará el mandato en diciembre próximo a un nuevo jefe de Estado, democráticamente elegido. Un país que después de estos 12 años es totalmente distinto a aquel que recibió el kirchnerismo. Otra Argentina. Una que, lejos de ser la ideal, ha logrado muchas de las cosas que propuso en 2003 Néstor Kirchner. Aquellas que enmarcó en sus “valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”, tal como aseguró aquel 25 de Mayo...



En ese mensaje dejó en claro los ejes y principios por los que iba a marchar su gobierno y el que continuó Cristina. Es un buen ejercicio recordar algunos de los párrafos:

* “Venimos desde el Sur del mundo y queremos fijar, junto a ustedes, los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo para de esa manera crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adonde vamos y sabemos adonde no queremos ir o volver.”

* “En nuestro proyecto ubicamos en un lugar central la idea de reconstruir un capitalismo nacional que genere las alternativas que permitan reinstalar la movilidad social ascendente.”

* “El Estado cobra en eso un papel principal, en que la presencia o la ausencia del Estado constituye toda una actitud política (…) Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad de acceso a la educación, la salud y la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno.”

* “No se puede recurrir al ajuste ni incrementar el endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la exclusión de los argentinos.”

* “Nuestra prioridad en política exterior será la construcción de una América Latina políticamente estable, próspera, unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia social.”

Son apenas algunos párrafos. Allí están las bases de un proyecto que se mantuvo en estos 12 años. En el que se fue reconstruyendo un Estado que recuperó desde el petróleo y los trenes hasta las jubilaciones de los argentinos.

Lo que se dijo en aquel 25 de Mayo se mantuvo. Y no porque no hayan existido presiones para cambiarlo. A poco de ingresar a la Casa Rosada, Néstor Kirchner tuvo que escucharlas de boca de un vocero del establishment, el entonces subdirector de La Nación, Claudio Escribano.

“La Argentina ha resuelto darse gobierno por un año”, se escribió en su diario después de que Kirchner rechazara de plano su “pliego de condiciones”, con conceptos como los de “un alineamiento incondicional” con los Estados Unidos; “que no haya más revisiones sobre la lucha contra la subversión” y que se reivindique “del desempeño de las Fuerzas Armadas en el contexto histórico en el que les tocó actuar”, y modificar “la posición argentina con respecto a Cuba”. Eran algunos ejes que tendría que tener el gobierno que nacía en aquellos días según ese “círculo rojo” –así se lo llama ahora– que representaba Escribano.

Y Kirchner reafirmó entonces lo dicho en su discurso inaugural: “las convicciones no se dejaban en la puerta de la Casa Rosada”. Esas convicciones marcaron estos 12 años de gobierno kirchnerista.

Una etapa en que las fiestas patrias marcaron momentos de crisis y recuperación. Como aquel 15 de Mayo de 2008, cuando en plena crisis por el proyecto de ley 125 sobre retenciones agropecuarias, se convirtió al Monumento a la Bandera en Rosario en un gran escenario para que las patronales del campo anunciaran el final del kirchnerismo si no se aceptaban sus condiciones económicas.

Algunos vieron allí el final de una etapa apenas un año después del comienzo del primer mandato de Cristina. Y lo siguieron creyendo a punto de intentar convertir los festejos del Bicentenario –mayo del 2010-, en apenas un problema de tránsito, como lo reflejó el Grupo Clarín en los días previos al aniversario. Lejos de esta visión, la realidad mostró una fiesta popular masiva pese a la insistente campaña en contra. Un año después y tras la muerte de Néstor, Cristina ganaba con el 54% de los votos, relegando a la oposición a un lugar de sorprendidos espectadores de la consolidación en las urnas de un aproyecto al que habían decretado muerto un par de años antes.


Estos también son días de festejos. Ayer, Cristina presidió el retorno del simbólico sable corvo del general San Martín al Museo Histórico Nacional, con un importante desfile por las calles de Buenos Aires. Hoy, estará presente en una Plaza de Mayo en la cual una multitud festejará junto a músicos populares.


Un 25 de Mayo a pleno festejo, cuando gran parte de la oposición política y mediática aseguraba que para estos días el gobierno kirchnerista estaba en una etapa de crisis terminal. Acorralado por los fondos buitres, en medio de una crisis económica que llevaría el dólar a 20 pesos –así lo pronosticaron–, con calles dominadas por los caceroleros. Algunos hasta auguraron –soñaron–, con un retiro anticipado de la presidenta y el adelanto de las elecciones.

Se equivocaron.

“Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo”, había dicho Néstor Kirchner el 25 de Mayo de 2003. Este país es sin duda más justo, mejor que aquel país que recibió. Por eso hoy hay música en la Plaza de Mayo. Y no ruido de cacerolas.

Tiempo Argentino, lunes 25 de mayo de 2015

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