MENDOZA / ¿Por qué hay que leer a Mariotto al pie de la cordillera? / Escribe: Ernesto Espeche






El 21 de junio se terminan las especulaciones: se impone el amontonamiento opositor o triunfa la unidad del campo popular.

¿Cómo se puede interpretar el llamamiento a la unidad que hizo hace semanas el Vicegobernador de la provincia de Buenos Aires desde la particularidad del escenario político mendocino?

¿Bajo qué principios debe organizarse esa unidad?

¿Cómo dialogan la generosidad como gesto individual con una fina lectura de las posibilidades colectivas?

La apelación de Gabriel Mariotto resonó en gran parte del territorio nacional e impactó en el discurso de parte de los dirigentes del Frente para la Victoria (FpV) y en los movimientos que sacudieron al tablero en los últimos días.



Tuvo la claridad de una “invitación” en clave peronista a reconocernos en el terreno electoral en tanto actores que participamos desde diferentes espacios en la construcción de un proyecto nacional que, por un lado, nos cobija, nos contiene y , por otro, nos interpela, nos incomoda, nos desafía a reinventarlo en cada esquina.

La conducción política de Cristina tiene esas características: abraza y sostiene; y al mismo tiempo obliga y compromete.

El kirchnerismo, en ese sentido, tiene esa doble dimensión que caracteriza a los modelos transformadores.

Y el rejunte de los otros no es unidad.

La unidad (de verdad, de la que habla Mariottto) es una categoría política que debe ser hornada de acuerdo a ciertos principios y necesita de la aceptación de ciertas reglas.

El intendente de Godoy Cruz y candidato a Gobernador por el Frente Cambia Mendoza es la cara visible de un armado electoral que –a escala nacional- representa la vocación conservadora de restaurar un orden antipopular y ejecutar la vieja receta de una revancha clasista.

Practican el terror mediático como herramienta, un matiz relativamente nuevo que deviene de la más rancia cultura antidemocrática.

La dispersión del FpV en Mendoza alcanza niveles preocupantes.

Pero aún estamos a tiempo.

Quizás el aire de montaña nos permita una rápida y nutritiva lectura de las contradicciones centrales de nuestro tiempo.

Las Primarias ya quedaron atrás.

Dejaron como saldo positivo una clara muestra de los diferentes modos de ser parte de este espacio: “azules”, “naranjas”, “integración” y “unidos y organizados” jugaron sus cartas desde la legitimidad que emana de sus espacios de pertenencia.

El senador Adolfo Bermejo es el candidato a Gobernador y se conformaron listas distritales y comunales ricas en diversidad por las bondades del sistema de proporcionalidad.

Otro saldo: quedaron heridas en todos los frentes internos.

Pero hoy, a poco más de un mes de los comicios, no hay espacio para aventuras individuales ni para traducciones antojadizas y destempladas.

El principio: que afirma que “el que gana, conduce” no puede asumirse de manera aislada: toda conducción es tal en la medida que seduce y puede contener al conjunto.

Es un absurdo practicar en Mendoza un pretendido “sciolismo” autonomizado de cualquier referencia al liderazgo que ejerce con nitidez nuestra Presidenta.

Semejante error promueve de modo peligroso falsas divisiones entre peronismo y kirchnerismo, y entre kircherismo y cristinismo, ambas funcionales a los objetivos del “rejunte” opositor.



El desafío de alcanzar la unidad no anula ni aborta el debate; por el contrario, se trata distinguir una identidad común y a un “otro” bien definido.

La riqueza de nuestros matices al interior del campo popular es –por tradición- una fortaleza en la medida que se respeten los principios de la unidad.

Se trata de reconocer las hegemonías internas –aún quedando en minoría- sin abandonar el barco para lanzarse a un “afuera” que promete un “estar” cómodo y puro, pero impotente en la puja real.

Se trata, también, de ejercer los liderazgos sin dejar fuera del paraguas, o correr a los codazos, a una gran cantidad de ciudadanos que se reconocen como tales en los logros de los últimos años.

Las matemáticas no son un problema: de acuerdo al resultado de las PASO, sólo 4 puntos porcentuales separan al rejunte opositor de la suma de los votos alcanzados por todas las listas del FpV.

El todo es más que la suma de las partes si se organiza desde los preceptos políticos de la unidad; así como la mítica arenga “Todos unidos triunfaremos” es una expresión plebeya de la cultura popular que desafía a la racionalidad de las cifras.

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