MENDOZA / El parto más vigilado de la historia / Escribe: Gustavo De Marinis






Es sobrina del queridísimo y recordado padre Llorens. Y, como su tío, lleva el compromiso social en la sangre. Esta semana, apenas cuatro días después de que fuera inaugurado en el barrio San Martín un monumento en homenaje a Macuca, el sacerdote que tanto trabajó por el progreso de esa comunidad, Teresita Fátima Llorens testimonió en el cuarto juicio por delitos de lesa humanidad de Mendoza.

La mujer declaró por videoconferencia, desde Córdoba, y recordó a su tío José María Llorens (Macuca) como un familiar muy querido y muy comprometido, que sin dudas influyó en el compromiso social y humanitario que tuvo toda la familia.



Teresita fue una de las primeras presas políticas que tuvo Mendoza junto con Silvia Hornes. En enero de 1975 se vino desde Córdoba. Allí se había vinculado –y tenía activa participación– con organizaciones de derechos humanos sobre todo porque algunos de sus hermanos fueron presos políticos durante la dictadura de Alejandro Lanusse y hay dos que permanecen desaparecidos. Todos los Llorens trabajaban desinteresadamente en villas y barrios humildes.

A poco de llegar a Mendoza se instaló con su esposo en una habitación que alquilaron en Godoy Cruz. Allí la secuestró la Policía Federal. En los calabozos de esa dependencia permaneció casi una semana y fue sometida a una intensa y extensa sesión de picana, por lo que sufrió lesiones de las que aún hoy le quedan marcas. El derrotero de Teresita siguió en la Penitenciaría Provincial y luego en Villa Devoto, provincia de Buenos Aires.

Estaba embarazada cuando la secuestraron, igual que Silvia Hornes. Dio a luz en ese mismo 1975 en el hospital Emilio Civit. Fue un parto rodeado de características increíbles. Armaron un operativo descomunal. La trasladaron rodeada de tanquetas y hasta con un helicóptero sobrevolando. “¿No será mucho general? Faltaba más, brigadier” , canta Piero en Para el pueblo lo que es del pueblo, en referencia a las decisiones de quienes detentaron el poder durante la dictadura cívico-militar. Y el fragmento mencionado bien puede utilizarse para tratar de explicar lo que no tiene explicación como es llevar al hospital a una parturienta, atada y vendada, malherida por los apremios recibidos y absolutamente indefensa en medio de un despliegue absolutamente disparatado.

Sólo una hora después del nacimiento de su hija a Llorens la llevaron de vuelta a la cárcel. Allí los malos tratos continuaron, con golpes, simulacros de fusilamiento y otros tormentos. En setiembre de 1976 la trasladaron a Devoto, pero antes la obligaron a desprenderse de su niña, a quien rescató Macuca.




La condenaron a 5 años de prisión sin que nunca le explicaran porqué. Claro, cómo podían explicarle que estaba presa por ser militante social. En 1978 le dieron libertad condicional y retornó a Córdoba, donde su casa había sido dinamitada. Desde Mendoza, la Justicia federal la siguió persiguiendo y le levantó la condicional y ordenó su captura. Entonces Teresita decidió exiliarse. En 1994, ya de regreso en el país, comprobó que esa orden de captura emitida desde los tribunales federales mendocinos seguía vigente.

No puede pasar al olvido lo padecido por la sobrina de Macuca, desde el encierro ilegal y la persecución hasta el parto más custodiado de la historia.

(www.diariouno.com.ar)

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